Entre los libros que descansan en los anaqueles de la vetusta biblioteca, los que más contemplo con afecto y no exentó de admiración, son los del aviador bogotano Octavio Iriarte, quien hizo parte del primer grupo aéreo en hacer un viaje a la india en el año 1954, además fue uno de los pocos que a mediados del siglo pasado leían y hablaban la lengua sancrista, siendo el traductor de varios libros, entre ellos “vimanas”, por muchos años fue corresponsal de la revista “American aeronautic histori”, y entre su amplia vida dejo en su haber siete obras escritas, que versan desde aeronáutica, historia, antropología etc. Entre estos se debe de destacar sus libros “Mística de la aviación”, considerado unánimemente como apéndice por excelencia de la aeronáutica colombiana, sus dos tomos de “Hangar 9”, y su obra cubre publicada después de su muerte en el año 1977 “La raza antigua”, del cual quisiera traer a colación las páginas 123 y 124 del capitulo lll .
“ …En la década de los 60s asiendo un sobrevuelo en el cielo del departamento de Cundinamarca, más concretamente en el municipio de Tabio, Donde se encuentra la piedra de huaika, en uno de los tantos viajes que realizaba sobre el área, comencé a vislumbrar una luz brillante en la lejanía, de orientación a las tres, titiritaba en forma constante e intensa, asiendo movimientos sobre su eje, a la vez que se desplazaba a sus lados, para retornar nuevamente al punto donde se encontraba. Consulte a la torre si no tenía conocimiento de otra aeronave que estuviera volando en las inmediaciones, comunicándome que era negativo el tráfico y que la única nave que marcaba el radar era la mía, este objeto que se posaba a mi derecha, de una forma rauda acelero como nada que allá visto en mi vida, en grado extremo y antigravitorio, a velocidad hipersónica, rompiendo todas las leyes de la física conocida, la nave me sobrepaso para detenerse en velocidad cero sobre un manto de nubes que se encontraba a diagonal de la formación montañosa de huaika, pareciera que flotase en el aire, generando un pequeño zumbido, a medida que se desplazaban las nubes, su luz iba in crescendo, hasta poder deslumbrar una astronave en forma discoidal, la típica forma de platillo volante, de unos 30 metros de diámetro de borde a borde, de superficie metálica, su color dominante era un gris plateado, la parte inferior en su centro generaba una luz azul, mi primer pensamiento fue; “ Esto explica por fin los avistamientos de ovnis”.
Esta nave prodigiosa, de obvia tecnología altamente desarrollada, comenzó a descender en forma vertical a la parte más rocosa de la montaña, para desaparecer de forma abrupta a pocos metros de su superficie, como si este fuera un pórtico, solo viéndose un destello azul eléctrico. A lo largo de la historia de Tabio, residentes afirman como naves despegan y aterrizan en esta gran roca, la cual podría ser una estructura interna de enormes proporción, con niveles subterráneos, que serviría de hangar a estas astronaves. O puede ser que este sea un vórtice interdimensional, que distorsiona el espacio tiempo, estirando el tejido del espacio, cuando se modifica un campo gravitorio, se modifica el espacio tiempo, esto es algo que en teoría lo sabemos y que una civilización más adelantada lo hubiera podido desarrollar científicamente. Es interesante que los ufólogos estén llegando a la conclusión que estos navíos estelares, son amplificadores del ser de los tripulantes, y que más que funcionar por medios de aparatos, funcionaria atreves del pensamiento.